Entrevista realizada a Maximiliano Schonfeld, Director del Instituto Audiovisual de Entre Ríos y publicada en www.tekohaparana.com.ar
Los martes de mayo, una respetable cantidad de vecinos participa de las proyecciones del ciclo Una palabra en el cielo, en La Vieja Usina. Las películas derivan en charlas, en las que se cruzan saberes, prácticas y experiencias. La organización corre por cuenta del Instituto Audiovisual.
Nacido en Crespo, Maximiliano Schonfeld tiene en su haber la realización de media docena de filmes. Además, ejerce la docencia. Desde hace unos meses, es el responsable del Instituto Audiovisual de Entre Ríos que, entre tantas otras actividades, propone un ciclo de películas que aprovechan la vida en el espacio para reflexionar sobre los dilemas humanos, con los pies sobre la tierra.
Las películas se proyectan los martes a las 21, en la Sala Rubén Noble, sita en Gregoria Matorras 861, Paraná. En ese contexto ya se disfrutó de Moon (2009), de Duncan Jones, y de Gravity (2013), de Alfonso Cuarón. El martes 20 se proyectó ver Salyut-7 – Héroes en el espacio (2017), de Klim Shipenko y el martes 27 de mayo, de Apolo 11 (2019), de Todd Miller.
Con entrada libre y gratuita, las obras cinematográficas son seguidas por un atractivo número de interesados que, luego, participan de los intercambios. “Buena parte de nuestras discusiones pasan por cómo construir sentido de pertenencia mientras disfrutamos del cine que nos gusta”, dijo el funcionario a Tekoha, no sin valorar la labor y las propuestas de los distintos clubes de cine que funcionan en Paraná.
–¿Cómo surgió el ciclo Una palabra en el cielo – Ciclo de Cine Astronómico?
–Desde el Instituto Audiovisual nos interesa mucho trabajar lo interdisciplinario a partir del cine. En algún momento exploramos en los cruces con ciertas artes, como la poesía o la música. En otros hubo diálogos con la antropología y en este caso con la astronomía. La idea es ver cómo el arte y la ciencia pueden convivir, tensionar, traer pensamientos nuevos. Y esa reunión entre áreas diversas del quehacer humano implica también la conformación de escenarios de encuentro con personas diferentes, paso previo a la construcción de comunidades y la recreación de vínculos atravesados por la amorosidad y el conocimiento.
–¿Con qué criterio se seleccionan las películas?
–Es diverso. Al comienzo del año los dos primeros ciclos fueron curados por personas externas al Instituto, como Sofía Lena Monardo (“Acá reunidos, al calor de la luz”) y Javier Diz (“Impacto Fulminante: cuando la música transforma), con quienes naturalmente tuvimos comunicación previa, pero ellos hicieron la selección en completa libertad.
En el caso del Ciclo de Cine Astronómico la labor estuvo a cargo del equipo de trabajo el Cine club. Las dos primeras realizaciones proyectadas fueron un documental y una ficción, que abordan la temática de la luna. Las dos que vienen están enfocadas en estaciones espaciales y en los rescates. Se trata de Salyut-7 – Héroes en el espacio, de origen ruso, dirigida por Klim Shipenko (martes 20) y la estadounidense Apolo 11, dirigida por Todd Miller (martes 27).
–¿Qué dinámica tienen los encuentros?
–Se proyecta la película y luego se escenifica un conversatorio. Para este ciclo, la persona que nos acompaña es Walter Elías, de la Fundación Observar para la ciencia y la comunidad, de la ciudad de Oro Verde. Y naturalmente el público participa.
En la última función observamos la luna desde un telescopio que trajo Walter y, durante el avistaje, se siguió hablando de la película y de astronomía.
–¿Cómo ha sido la recepción del público, no sólo en cuanto a asistencia sino en cuanto a participación?
–La participación ha sido excelente, la verdad. Estamos felices por las charlas, por la calidad de la escucha, por los intercambios que se dan luego de las proyecciones. El objetivo es ver una película en comunidad, que se contagie la sensibilidad, que nos encontremos con otros para aprender y para escucharnos.
Paraná es una ciudad con mucha actividad de cine club. Su labor es importante porque balancean la ecuación.
–¿Cómo es eso?
– Es que las carteleras comerciales no ofrecen mucha variedad, las películas se repiten y cada vez es más dificultoso encontrar filmes subtitulados, seleccionados por su aporte estético, por el abordaje de determinado tema o problemática o por la manera de narrar. Los clubes de cine en ese sentido son espacios muy valiosos y nos encanta ser parte de todo ese movimiento.
–¿Cómo se integra este ciclo a las otras propuestas de exhibición del Instituto?
–La política de exhibiciones es crucial para el Instituto. Y la pensamos por el lado de la programación del cine club y también desde cómo dialogan con la propuesta del FICER. Al mismo tiempo estamos dando forma al programa Cine en las escuelas, direccionado hacia la posibilidad de pasar películas en la ruralidad.
Al mismo tiempo, nos interesa compartir aquellas historias que proponen una tensión y nos permitan asomarnos a cómo nos ven. Por eso, buscamos proyectar la mayor cantidad de películas entrerrianas.
Buscamos entonces que cada material audiovisual, en los diferentes espacios, de algún modo converse con el resto. Buena parte de nuestras discusiones pasan por ahí: cómo construir sentido de pertenencia mientras disfrutamos del cine que nos gusta.
Uno de los desafíos más interesantes en el mundo de la astronomía es capturar objetos que se mueven muy rápido, ya sean naturales o artificiales. El objeto más grande en órbita construido por la humanidad es la Estación Espacial Internacional (ISS). Tiene el tamaño de un estadio de fútbol. Pude verse solamente cuando el sol la ilumina. Pero existen eventos especiales en los que dicha nave transita sobre la Luna o sobre el Sol, permitiendo preparar todos los equipos astronómicos y realizar la captura «a ciegas», apostando a tener la suerte de capturar el tránsito.
El pasado 28 de julio a las 11:09 estaba previsto uno de estos tránsitos de la ISS sobre la Luna. Dispusimos un telescopio SkyWatcher de 750mm x 150mm y una cámara QHY 5C II para realizar la captura. La mañana soleada no era la ideal, con mucho viento, ráfagas de hasta 30 km/h y mucha distorsión atmosférica (seeing). De todas formas hicimos el intento y el resultado fue positivo.
El autor de la secuencia es Walter Elias quien la logró desde su domicilio en Oro Verde, ya que la Luna se encontraba bastante baja (18º de altura sobre el horizonte oeste) y en el observatorio hacia ese lado lamentablemente hay un bosque de eucaliptos que impide la visibilidad. La secuencia dura solamente 1.3 segundos y muestra el tránsito de la Luna en su Noreste (el norte en las fotos está hacia abajo).
Los frames individuales fueron procesados por Gonzalo Vega.
Finalmente la secuencia. El puntito brillante es la ISS alumbrada por el sol, por eso se ve así.
Y finalmente un video (con el tránsito hacia adelante y luego rebobinado).
Nota aparecida en ElOnce.com el 24 de enero de 2024
Este miércoles por la noche y primeras horas del jueves se podrá disfrutar de la Luna llena de Lobo, que hace mención al primer ciclo del Satélite terrestre en el año. Elonce dialogó con Walter Elías de la Fundación Observar para la Ciencia y la Comunidad de Oro Verde, que consideró que quienes no se han ido de vacaciones “pueden disfrutar de cuestiones que son naturales”. En ese sentido, invitó a disfrutarlo desde un balcón o una terraza.
En este caso, esta noche estará presente la luna llena del Lobo. Al respecto, el hombre remarcó: “Es la luna llena de enero, que a partir de la madrugada del 25 la podremos disfrutar. En el momento en que se pone el sol, va a aparecer la luna porque está opuesta en relación a la Tierra. Eso hace que la luna esté completamente alumbrada por el Sol, que se lo conoce como Luna llena”.
Asimismo, dio a conocer el nombre popular que tiene la primera de cada año: “Es un nombre artístico que viene de las costumbres del hemisferio norte y ahora se ha importado. Se le pone este nombre porque los antiguos habitantes de Estados Unidos decían que en esta época del año, en invierno, cuando aparecía esta Luna se escuchaban muchos aullidos de lobos”.
Posterior a completar ese ciclo, que dura 28 días, la Luna volverá a iniciarlo de nuevo siendo “el cuarto menguante, la Luna nueva y cuarto creciente”. También recordó que en caso de estar más cerca de la Tierra tiene el nombre de Súper Luna.
Acerca de Fundación Observar
“Es una Fundación bastante nueva que tiene bastantes objetivos, entre los cuales está la difusión con lo relacionado a la ciencia y la tecnología y no solo la astronomía. Realizamos actividades en Oro Verde, algunas públicas. Habitualmente también colaboramos con la Asociación Entrerriana de Astronomía que tiene su observatorio aquí en la ciudad. Abre los sábados con turnos a las 21 y 22 horas.
El 2 de agosto de 2023, la Luna en su perigeo permitió disfrutar de su maravillosos accidentes en una noche cálida y despejada. Utilizando un telescopio SkyWatcher de 750mm x 150mm y una cámara CCD QHY II 5C, captamos imágenes de los mares lunares y otros accidentes de interés. A continuación, un recorrido por algunas de estas magníficas estructuras lunares.
Los mares lunares, denominados también mare (del latín, plural maria) son planicies extensas, oscuras y basálticas de la superficie lunar, conformadas por afloramientos basálticos en erupciones provocadas por impactos de meteoritos. También son definidas como cuencas bajas de contornos casi circulares rellenadas de lava. Los primeros astrónomos los denominaron así al confundirlos visualmente con auténticos mares. (Wikipedia)
Son fácilmente distinguibles en la superficie de la Luna debido a su color oscuro, ya que reflejan menos la luz del Sol que las zonas lunares altas. Su suelo se creó a lo largo de millones de años por el impacto de meteoritos en la superficie que perforaron la corteza del satélite, produciendo enormes cuencas de impacto, las cuales fueron luego rellenadas por magma procedente del manto lunar. Al conjunto de mares lunares se le denomina maria.
También se considera parte de los maria a otras planicies de diversa magnitud que tuvieron una formación similar, aunque no se los llame «mare». En realidad difieren de estos últimos básicamente en su tamaño. Por ejemplo, el Oceanus Procellarum («océano»), fue denominado así por su gran extensión. Pero la nomenclatura también usa Lacus («lago»), para las planicies más pequeñas; Palus («pantano» o «ciénaga») para llanuras relativamente extensas pero de límites poco definidos y Sinus («seno») para las convexidades redondeadas en un mare.
Mares de la Luna.
Debido a que el regolito, que conforma gran parte del suelo lunar, refleja más la luz que el basalto de los mares, estos últimos se perciben como grandes manchas oscuras que contrastan con el resto de la superficie. Los mares recubren el 16 % de la superficie lunar y se encuentran, sobre todo, en la cara visible. Los pocos que se hallan en la cara oculta son mucho más pequeños y están llenos de enormes cráteres en los que fluyeron cantidades más exiguas de basalto. Ejemplo de este tipo de accidente es el denominado Mare Crisium, situado a 17ºN-59ºE, formando una enorme extensión de material denominado regolito.
Se cree que esta distribución irregular se debe al fenómeno de rotación síncrona, que hace que la Luna emplee el mismo tiempo en girar sobre sí misma que en dar una vuelta a la Tierra, por lo que siempre se observa la misma cara. Al ser los mares más densos que el resto de la superficie lunar, son atraídos con más fuerza por efecto de la gravedad terrestre. Después de milenios, la rotación de la Luna se ha ralentizado de tal forma que la cara más pesada se orienta siempre hacia la Tierra.
La mayor parte de las erupciones volcánicas que formaron los maria tuvieron lugar a través de las fisuras de las oquedades de los impactos. La lava basáltica fue fluyendo a lo largo de diversos períodos, durante milenios, mucho después de que se formaran las oquedades de los impactos.
La nomenclatura tradicional para la Luna también incluye algún océano (oceanus), lago (lacus), marisma (palus) y bahía (sinus), los tres últimos son más pequeños que los maria, pero tienen las mismas características.
Galería de fotos.
En la siguiente galería podemos ver varios de los mares lunares con sus respectivas leyendas y como adicional, la zona de los cráteres Gassendi y Aristarchus
Denis Martínez, de la localidad de Las Grutas, fue reconocido por la NASA, luego de su descubrimiento de un asteroide no identificado en el marco del proyecto de ciencia ciudadana International Astronomical Search Collaboration (IASC) que impulsa esa agencia espacial.
«Se trata de un programa que tiene por objetivo buscar asteroides nuevos a través de un software que se utiliza en astronomía y de imágenes tomadas por los telescopios Pans-Tarrs ubicados en Hawái», dijo el astrónomo rionegrino a Télam.
Además, este programa de búsqueda de asteroides del IASC proporciona datos astronómicos de alta calidad a “científicos ciudadanos” de todo el mundo con el objetivo de realizar nuevos descubrimientos.
La iniciativa, cuenta con el respaldo de “Minor Planet Center” (MPC), la organización encargada de recibir mediciones de posición de planetas menores, cometas y satélites naturales irregulares.
Sobre el cuerpo celeste encontrado
El nuevo asteroide lleva una nomenclatura provisoria con la que comienza a figurar en los registros de la MPC, como “2022 OX27″.
El astrónomo rionegrino dijo que en 2020 se instaló en Las Grutas, donde desarrolla y divulga el astroturismo, que incluye estos proyectos de participación ciudadana.
Junto con otras personas, integra el GAOM (Grupo Austral de Observadores de Meteoros), desde el que “fomentamos la idea en escuelas o grupos de aficionados para que se sumen a las campañas en Argentina de búsqueda de asteroides para posicionar a nuestro país dentro de esa búsqueda”, indicó.
En ese sentido, informó que “la Argentina tiene muy poquitos descubrimientos y con este, nosotros sumamos uno más”.
El cuerpo celeste, que fue descubierto mediante el análisis de fotografías que realizó junto a Damian Drago de Buenos Aires y Deivy Castellanos de Ecuador, está en el llamado Cinturón Principal, ubicado entre los planetas Marte y Júpiter.
En esa campaña, “reportamos unos 20 cuerpos celestes, y solo uno fue confirmado, dentro de unos años vamos a poder ponerle nuestro propio nombre definitivo”, aseguró Martínez.
Una nueva mancha solar apareció sobre la superficie de la estrella más cercana a nuestro planeta, y sus dimensiones la hacen perceptible a simple vista. La mancha negra mira hacia la Tierra, motivo por el cual los especialistas afirman que existe un 20 por ciento de posibilidades de que libere “una poderosa llamarada de clase X que podría provocar apagones en todo el mundo”.
Estas regiones del sol parecen más oscuras porque son más frías que sus alrededores. La región oscura central, la umbra, está a unos 3.500 grados Celsius, mientras que la fotosfera circundante está a unos 5.500 grados Celsius. El peligro radica en que pueden generar perturbaciones eruptivas, como eyecciones de masa coronal.
La nueva mancha (AR3310), recientemente lanzó una llamarada solar M-1, una explosión masiva hecha de fotones, partículas de radiación electromagnética. La llamarada M-1 está clasificada como el segundo tipo más alto de erupción solar, pero pronto podría lanzar uno mucho más poderoso.
En los eventos más grandes, que reciben el nombre de X1 y pueden tener hasta 10 veces el tamaño de la Tierra, se puede producir tanta energía como la que generan mil millones de bombas de hidrógeno. «Las llamaradas de clase X más grandes son, con mucho, las explosiones más grandes del sistema solar y son increíbles de ver», comunicó la NASA.
Observaciones y cálculos en nuestro departamento de astronomía
Desde la Fundación Observar pudimos fotografiar el sol y la mancha AR 3310 en particular, pero también otras manchas que muestran la gran actividad solar. Utilizando el software SalsaJ, realizamos las mediciones correspondientes, determinando que al momento de tomar la fotografía, la mancha AR 3310 tiene un diámetro aproximado de 48000 km (unas cuatro veces el diámetro de la Tierra). A su vez la parte más oscura (de 4000 ºC aproximadamente, más fría que el resto la superficie solar, por lo que en las fotografías sale negra), tendría unos 24000 km de diámetro (dos veces el de nuestro Planeta.)